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(Mis) Principios básicos de diseño para productos digitales

Los principios son los valores fundamentales que guían la toma de decisiones y acciones en la construcción de un producto digital. Son una brújula que sirve para mantener un diseño homogéneo y consistente en torno a esos valores. El objetivo de estos es hacer que UX (Experiencia de usuario) sea lo mejor y más satisfactoria posible.

¿Qué es la UX?

UX es todo lo que rodea a la experiencia de una interacción del usuario. Una buena experiencia depende de muchas cosas, algunas bajo nuestro control, y otras no. Podemos responsabilizarnos de un diseño bonito, un buen copy y tono de voz una buena estructura de navegación, un buen diseño de contenidos o una buena optimización. Pero no podemos controlar el grado de competencia digital del usuario, su contexto social o demográfico. Su velocidad de conexión. Si su dispositivo es nuevo y rápido, o viejo y lento. Si su pantalla reproduce bien los colores o está quemada del uso o rota.

Todo ello conforma la «Experiencia de Usuario». Para lo bueno y para lo malo. Así que a la hora de diseñar, e intentar prevenir o minimizar los aspectos que se escapan a nuestro control, intento aplicar esta serie de principios.

1. Diseñar pensando en la mayoría de la gente

Funcionalidades y productos que sirvan y que sean accesibles para la mayoría de los usuarios. Es habitual que en proceso de diseño se acaben añadiendo features o modificando procesos estandarizados por decisiones unilaterales de gente al mando, o como requerimiento para contentar algún usuario específico, porque alguien lo comentó en un test de usuario. Las funcionalidades nuevas añaden complejidad a los sistemas, y no siempre son útiles, sino que se perciben como complicadas para los usuarios que las usan habitualmente. Antes de añadir complejidad, hay que debatir sobre el coste, que no es sólo monetario.

La accesibilidad es otro caballo de batalla. Para muchos es algo prescindible, sin entender es una inversión, no un gasto. Que es imprescindible para el 10%, necesaria para el 40% de la población, y mejora la experiencia de usuario para el 100%. Y que con la Directiva Europea 2019/882 es una inversión obligatoria.

2. Partir de patrones existentes

Los patrones conocidos por el usuario reducen el coste de interacción y la incertidumbre: saber de antemano como funciona un proceso o que podemos encontrarnos después de realizar una interacción nos da seguridad. Sabemos como funciona un checkout. Sabemos que primero hay que meter la dirección para calcular los gastos de envío y después el pago. No hace falta ponerse creativo para intentar «sorprender» al usuario o reinventar soluciones existentes. Porque lo único que estamos consiguiendo es despistarlo y sacarle del foco de su tarea. La inseguridad es raíz de malas experiencias de usuarios.

3. Lo diferente también está bien

Sin entrar en conflicto con lo anterior, lo diferente es bueno. Lo diferente aporta singularidad, recuerdo de marca, recuerdo de nuestro producto. Desde el tratamiento visual a los contenidos o el tono con el que nos comunicamos con el usuario. Los detalles a la hora de realizar procesos: una animación de un elemento, un mensaje al completar un proceso.

4. Optimizar

No sólo es un tema de velocidad. Es un tema de accesibilidad. Es que nuestro nuestra app o web esté tan dopada de javascript que se ralentice en dispositivos antiguos o con menos capacidad. Que las consultas de BBDD estén optimizadas. Que se vea bien en diferentes resoluciones de pantallas, incluidas las más extrañas. Que los procesos sean simples y rápidos. y si puedo evitar algún paso, lo haga. Que sea usable en todos los navegadores (no solo el maldito Chrome). Incluso que sea navegable a través de la TV o con una consola de videojuegos.